Reductio ad absurdum

Es posible que echar de menos, sea a una persona, una situación o una cosa, sea una de las experiencias que todo ser humano ha experimentado alguna vez en su vida. Extrañar algo que nos “perteneció” y hoy en día ya no lo hace nos sumerge a todos en un estado melancólico, incluso en muchas ocasiones habrá quien diga que el pasado con eso que ya no tenemos fue mejor que el presente. Baste decir que sólo echamos de menos eso que quisiéramos seguir manteniendo en nuestras vidas, y que lo indeseable jamás pertenecerá a este tipo de sensaciones. Pero, ¿se puede echar de menos lo que nunca se ha tenido?
La imaginación juega un papel muy importante en esto, y es que tanto los recuerdos como nuestros deseos son sólo percepciones de la realidad, y cabe la posibilidad de que al ser justamente eso, percepciones, sean radicalmente erróneas. Este tipo de circunstancias se pueden dar por ejemplo desde echar de menos a la persona que te empezaba a despertar mariposas en el estómago pero ya no ves con asiduidad, por lo tanto echas de menos algo que más que una ilusión pudiera haber sido una alucinación. O bien, en la fuerte crítica hacia el uso de Internet para todo, como ocurrió hace unos días con la aparición de una app que está pensada para recordar a todo olvidadizo con pareja aniversarios, fechas señaladas, cumpleaños, y hasta el día del santo de su suegra. Aquí la crítica lo que echa de menos es el “esfuerzo” amoroso que los enamorados hacen para cumplir con motivo de estas fechas o acontecimientos y la cataloga directamente de ser algo “verdaderamente malo”, pues si necesita este tipo de app es porque no está lo suficientemente enamorado como para recordarlo y por lo tanto no es buena persona. Una crítica muy racional, ¿verdad?
Este tipo de crítica plenamente emocional, no puede ser válida para intentar demostrar que algo nuevo y que tiene un propósito de facilitar la convivencia de muchas personas, es malo o dañoso, pues está claro que no lo es y además,  en este caso concreto hay que señalar que siempre hemos recurrido a apuntes en calendarios para no tener que sufrir ningún tipo de reprimenda conyugal. La necesidad de una argumentación racional para tal propósito es lo fundamental en estos casos. Pero esto es Internet y es lo que aquí ocurre.
Internet ha provocado que la gente eche de menos muchas cosas y que una especie de culpa penda sobre nuestras cabezas por llevar a la sociedad a la completa “desocialización”. Por todas partes podemos ver viñetas, comerciales, folletos, que nos invitan a dejar de estar constantemente “conectados” y a que intentemos mantener nuestras relaciones como veníamos haciendo antes de las nuevas tecnologías de “hiperlink”. El rasero de la crítica social tiene, en mi opinión, una importante tara, pues juzgan más por los fracasos que por los logros y deseos de mejorar, y juzgan más por las herramientas y no lo que se puede lograr con ellas. Y  juzgar es algo que debe hacerse con sumo cuidado, y ante todo con empatía, no puede ser que todo el mundo sea un monstruo para otra persona.
No sé hasta qué punto estaremos en peligro o no, pero sí tengo claro que es por este tipo de cosas que veo necesario hacerse con tres herramientas esenciales para la vida: sentido del humor, perspectiva y una piel muy gruesa.

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